5 actitudes erróneas hacia la tecnología para corregir

5 actitudes erróneas hacia la tecnología para corregir

E

l pueblo de Israel en el desierto fue afligido por una plaga de serpientes  mortales. Bajo la intercesión de Moisés, Dios les guio a fabricar una serpiente de bronce en un mástil para que cuando alguien fuese mordido por las víboras, fuese sanado con sólo verla.

Con el tiempo, a esa serpiente de bronce se le fueron atribuyendo propiedades mágicas y se le comenzó a rendir adoración. Israel se había olvidado de que las propiedades curativas no estaban en la serpiente sino en YHWH Rafa, el Dios sanador. Por esa razón, el rey Ezequías:

Destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues los israelitas todavía le quemaban incienso.

A lo largo de la historia, hemos experimentado toda una gama de actitudes erróneas hacia la tecnología. Tal y como he dejado establecido en el artículo anterior, 3 limitaciones de la tecnología en el ministerio, es imperativo desarrollar un balance adecuado. Hemos sido inyectados con el veneno de estas 5 actitudes erróneas hacia la tecnología. Espero que estos antídotos sirvan para corregirlas.

1. Tecnofilia

Se dice que tenemos una relación de amor y odio hacia la tecnología. Hay un término para cada una de estas actitudes: tecnofilia y tecnofobia. Entre la tecnofilia y la tecnofobia hay todo un espectro de actitudes que debemos enmendar.

La tecnofilia es el amor desenfrenado por la tecnología; amor puede llegar a los extremos de la idolatría. Es cuando la tecnología consume el tiempo y la devoción y nos inyecta con el veneno de la ansiedad por la separación. Piensa por ejemplo, en una iglesia deshaciéndose de su órgano de pipas.

El antídoto de la tecnofilia es el primer mandamiento: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente,” como lo refiere Mateo 22:37. Nada debe ser puesto por encima de tu amor a Dios.

2. Tecnofobia

La tecnofobia es lo opuesto a la tecnofilia y se define como una aversión hacia las nuevas tecnologías. Es cuando la tecnología nos intimida a tal extremo que nos inyecta con el veneno irracional del terror a lo desconocido y a unas consecuencias nefastas que todavía no suceden.

Nota que esta actitud errónea está por lo general dirigida a las nuevas tecnologías. Odiamos la computadora, por ejemplo, pero no odiamos el libro. La tecnofobia crea una especie de ceguera selectiva que no deja que el ministerio vea la tecnología en su balance potencial.

El antídoto de la tecnofobia es, como en el caso de toda fobia, exponerse al elemento que la causa lo suficiente como para desarrollar familiaridad con él y descubrir sus aplicaciones constructivas de forma práctica y recurrente.

3. Tradicionalismo

El tradicionalismo implica el apego desmedido a modelos de tecnología vieja que ya han dejado de crear un impacto contemporáneo. La tecnofilia por lo viejo y tecnofobia por lo nuevo se mezclan para paralizar el ministerio y poco a poco va perdiendo el impacto que podría tener en la cultura.

El tradicionalismo no es lo mismo que la tradición. La tradición es buena, el tradicionalismo no. Así como el desarrollo de la cultura es dinámico y su estudio es primordial para la realización de la misión de la Iglesia, entender la tecnología como parte de la cultura es esencial para mantenerse relevante ante los desafíos de hoy.

El antídoto contra el tradicionalismo es una apertura a lo novedoso a la luz de la misión de Dios en el mundo. Es abrirnos a las posibilidades de un Dios que dice: “¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?” (Isaías 43:19) y lo hace.

4. Infobesidad

La infobesidad es un mal de la era informática.  También llamada a veces infotoxicidad o sobreinformación, se refiere al bombardeo de gran cantidad de información al punto que distrae e incapacita la toma de decisiones.

Un ejemplo clásico es nuestro correo postal. Nuestro buzón se abarrota con panfletos de restaurantes a los cuales nunca vamos, volantes de agentes de bienes raíces a quienes no necesitamos, tarjetas del mejor jardinero aunque no tengamos patio y cupones de supermercado, entre otras cosas.

He notado que muchas instituciones cristianas recolectan gran cantidad de información y que esta se convierte en lastre que no se usa para nada productivo. Un ministerio no debería culpar a la tecnología de este problema sino volver la mirada a sus hábitos. El antídoto contra la infobesidad es la infodieta, es decir, desarrollar buenos hábitos de selección, análisis y uso de la información.

5. Indisciplina

La indisciplina rebaja los estándares de calidad haciendo que la gente al final pierda el interés por tu ministerio y gravite hacia otras opciones. La indisciplina te limita y hace que la tecnología sea mediocre o esporádica.

La indisciplina genera falta de continuidad, por ejemplo, en la entrega de contenido ya sea para la web o de tus materiales de enseñanza. Por indisciplina se pueden causar también interrupciones en los servicios mediados por la tecnología del ministerio.

El antídoto contra este veneno es, obvio, la disciplina. La tecnología es una disciplina de estudio. La disciplina crea balance. La disciplina corrige los hábitos. Es clave para el éxito de cualquier tecnología, ya que la mantiene disponible y vigente a la vez que explota todo su potencial.

Así te dejo con las palabras del sabio: “Aplica tu corazón a la disciplina y tus oídos al conocimiento” (Proverbios 23:12). La disciplina corrige la tecnofilia centrándote en el amor a Dios, supera la tecnofobia por la repetición de exponerte a la tecnología, balancea lo tradicional con lo nuevo, desarrolla buenas prácticas saludables y crea resultados genuinos a largo plazo.

Y tú, ¿buscas el balance en el uso que haces de la tecnología? ¿Puedes identificar otras actitudes entre la tecnofilia y la tecnofobia que debes corregir no tratadas aquí?

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Vladimir Lugo

Tecnología que libera el poder de tu misión.

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